Lo que es contar para mi...

De repente me pregunto por qué tengo que contar esto, pero si uno empezara a preguntarse por qué hace todo lo que hace, si uno se preguntara solamente por qué acepta una invitación a cenar (ahora pasa una paloma, y me parece que un gorrión) o por qué cuando alguien nos ha contado un buen cuento, en seguida empieza como una cosquilla en el estómago y no se está tranquilo hasta entrar en la oficina de al lado y contar a su vez el cuento; recién entonces uno está bien, está contento y puede volverse a su trabajo. Que yo sepa nadie ha explicado esto, de manera que lo mejor es dejarse de pudores y contar, porque al fin y al cabo nadie se averguenza de respirar o de ponerse los zapatos; son cosas, que se hacen, y cuando pasa algo raro, cuando dentro del zapato encontramos una araña o al respirar se siente como un vidrio roto, entonces hay que contar lo que pasa, contarlo a los muchachos de la oficina o al médico. Ay, doctor, cada vez que respiro... Siempre contarlo,
siempre quitarse esa cosquilla molesta del estómago.

"Las babas del diablo", Julio Cortázar

domingo, 7 de febrero de 2010

Anna...no te enamores


No sé cuantas veces me han cantado esta canción... pero no se equivoquen, no me refiero a que algún romántico enamorado me haya dicho que no es mi príncipe azul, sino que con sus acciones me han hecho saber que sólo desean una cosa...sexo. Bueno en honor a la verdad una persona si me lo dijo con todas sus letras, no la canción, me dijo “no te enamores de mi”.

Cuando me lo dijo me resultó gracioso. Apenas estábamos iniciando y si bien me gustaba y mucho, no era como para enamorarme. Sabía que era un buen polvo y por lo que se venía asomando, vendrían muchos más.

Pero como cuando uno no lo espera, las cosas fueron cambiando sutilmente... ya no fue sólo una noche, sino el fin de semana, mi casa se fueron llenando de sus cosas y su presencia se convirtió en algo permanente, casi necesaria y hubo que ceder. No me refiero al lado de la cama, hubo que ceder espacios y tiempos... hubo salidas, caminatas, siestas, noches donde simplemente nos abrazábamos y era tan feliz sabiéndolo a mi lado y conmigo.

Y por más que yo misma me cantara la canción, no hubo manera y en realidad no quise detenerme, quería sentir, lo necesitaba. Santiago había sido tan hostil, que se convirtió en mi refugio.

Pero mi refugio tenía bases de barro y pronto vinieron las lluvias y se llevó todo. Aún no amaina y me siento triste e indefensa... lo que más me duele es su miedo a involucrarse y a admitir lo que siente. Sé que toque su corazón.

El último en salir que apague la luz

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