Si no es verdad, sirve para conversar, es más o menos lo que significa el dicho italiano que encabeza este post.
El otro día me topé con la siguiente afirmación:
“Resulta que la testosterona es también la hormona del egoísmo. Un estudio realizado por el Departamento de Neurología de la Universidad de California demostró que los hombres que recibían una dosis extra de esta sustancia reducían en un 27% su generosidad habitual. ¿Por qué? La testosterona bloquea a nivel cerebral la oxitocina, también llamada hormona del amor, responsable de nuestros comportamientos más altruistas, entre ellos el instinto maternal.”
El artículo, encontrado en la revista dominical del periódico santiaguino La Tercera dice que este aumento de la testosterona en la mujer luego de los cuarenta, ocurrido como efecto el climaterio, hace que nos sintamos más libres y menos culpables. En pocas palabras, nos masculinizamos y comienzamos a comportarnos como si el mundo girara sólo en torno a nosotras mismas.
Sorprendente, ahora resulta que existe una explicación hormonal de por qué los hombres pueden ser tan desapegados...por decirlo de alguna manera. Y lo más alarmante que podríamos sacar como colorario, las mujeres vamos para ese mismo camino.
Que triste.
Que triste no admitir que el amor y los sentimientos en general se construyen a través de la convivencia...pero por qué existe tanto miedo a sentir, no sé si es la pinche modernidad, la asfixia de la dinámica neoliberal, la insatisfacción de vivir para trabajar y no trabajar para vivir... no sé... no sé.
Existe un librillo, casi un panfleto, llamado “Cómo mandar la gente al carajo en 10 fáciles lecciones”. Lo que siempre rescato de ese libro es la necesidad de ser “sanamente” egoísta. Ciertamente hay gente que padece a otra más que disfrutarla. Pero empiezo a creer que lo que ahora une a las personas es cada vez es más efímero.
Por ejemplo, la amistad. La distorsión del facebook...¿Quieres ser mi amigo? ¿Qué significa ser amigo? Colocar 100 fotos de una cena o de un día en la playa y que nadie las vea? O para escribir “lo que estas pensando”; como oí en una cuña publicitaria. “José Pérez esta comiendo cereal...José Peréz dejó de comer cereal...José Pérez esta vistiéndose para ir al trabajo...José Pérez salió a trabajar.” ¿A eso quedó reducida la amistad?
¿Qué onda? Más comunicados pero con menos cosas que comunicar...ni que hablar de la gente que escribe fonéticamente. Si alguien ha leído 1984, recordarán que el Gran Hermano quería controlar las mentes reduciendo el número de vocablos del diccionario.
¿Qué decimos? ¿A quién se lo decimos? ¿Cómo lo decimos? ¿Por qué lo decimos?
Todo tiene un costo y no me refiero a lo económico, bueno no directamente. Pues la amistad, una relación amorosa, la familia, implica una inversión... de tiempo, de sentimientos, de compromiso. Y muchos han sido obligados a tener familia, otros por soledad se junta con otra persona, pero no hacen nada por construir, piensan que lo demás vendrá por añadidura y es ahí cuando nos frustramos, cuándo no hacemos nada para que una relación persista y preferimos autosabotearnos y herir a la otra persona. El que ignoremos el problema no lo soluciona, lo agranda.
Una vez oí decir, niño chiquito problema chiquito, niño grande problema grande. Pienso todo lo contrario, niño chiquito problema grande y a medida que crece se hace más grande. Que pasaría si una mamá consciente de su labor como educadora moral de su hijo o hija, lo regañara la primera vez que lleva a su casa algo que no es de él o de ella; o si realmente conversara con ellos en lugar de ver la novela para olvidarse de las frustraciones del día. No es fácil, pero creo que vale la pena.
En fin, cosas que me hacen pensar lo que leo un domingo por la mañana.
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